José Luis Ibáñez Ridao nació en Rubí (Barcelona) en 1961. Estudió Periodismo en la Autónoma de Barcelona y trabaja como periodista desde 1979. Formó parte de las redacciones de Radio España de Barcelona y de la agencia Editmedia TV. Ibáñez Ridao también ha escrito en El Mundo, Playboy, Speak Up y El Sol. Ha sido guionista y voz en off en Tele 5 y Antena 3, con Pressing Catch como programa más conocido. Firmó los guiones de una serie y una TVMovie para TV3. Durante dieciséis años trabajóen el departamento de publicidad y comunicación de Editorial Planeta Grandes Publicaciones. Ha escrito dos novelas protagonizadas por el detective privado Toni Ferrer y Todo lo oye, todo lo ve, todo los sabe (Espasa), la primera historia de los detectives privados españoles, desde 1888 hasta 1939.
D. José Luis Ibáñez Ridao, usted pasó algunos años de su infancia cerca de aquí (Lyon). ¿Qué recuerdos guarda de dicho periodo y cómo ha cambiado esta ciudad?
Son recuerdos fragmentados, puesto que era un niño. Mi abuelo se exilió a Argelia tras la Guerra Civil y luego se reunió con mis tíos y mi abuela en Francia. Mi padre fue el único de la familia que permaneció en España. Vivían en distintos pueblos de los alrededores de Lyon y en el departamento de la Loire: Saint-Chamond, Givors, Grigny, Saint-Étienne… Recuerdo las matrículas 42 y 69 de sus coches. Todo era mucho más gris que ahora, a causa de las calefacciones de carbón. Lyon no era, desde luego, la ciudad brillante que es hoy. El primer impacto visual fue descubrir el Ródano. Cuando se une con el Saona me parecía el mar. Tenga en cuenta que en Barcelona llamamos río al Llobregat, que es una minucia al lado del curso de agua inmenso que atraviesa Lyon. Creo recordar que alguna vez nos bañábamos en el río, en una zona que estaba acotada y protegida con unas redes que impedían que nos llevara la corriente. Otro recuerdo infantil era una especie de justa que se hacía en barcas usando una especie de lanzas de madera para tirar al agua a tu rival. No sé si se sigue haciendo hoy en día.
Curiosamente, el criminalista Edmond Locard nació en Saint-Chamond.
Sí, fue uno de los elementos casuales que ahora valoro de aquellos años en Saint-Chamond, en casa de mi tío Mateo, con mis abuelos. Están enterrados allí. Mis primos presumían de que el piloto de Fórmula 1 Alain Prost nació allí. Luego yo amplié la lista con el célebre anarquista Ravachol, que se convirtió en la pesadilla de la policía francesa a finales del siglo XIX, hasta que fue guillotinado. Y la guinda del pastel, al menos para mí, que soy un auténtico loco de la primera etapa de la criminalística, es que Locard naciera allí.
¿Y el hecho de que Locard naciera en la misma localidad en la que usted residió en su infancia tuvo alguna influencia en su interés por la investigación?
Sí y no. Me explico. La figura del detective privado me fascinaba desde la infancia. Padecí una enfermedad muy grave y permanecía en cama mucho tiempo. Mi pasatiempo era la lectura. Un buen día, una de mis tías me regaló las Memorias de Sherlock Holmes y ya no paré. Leía todo tipo de historias protagonizadas por detectives privados. La mezcla de inteligencia y deducción propia de los escritores británicos con la figura del justiciero solitario, tan característica de los autores norteamericanos, me ganaron para la causa. Cuando ya de adulto descubrí a Locard, empecé a interesarme también por la historia de la criminalística. Y me encontré con figuras inmensas como Alexandre Lacassagne, también relacionado con Lyon, y con Alphonse Bertillon. Yendo más atrás aún, surgió Vidocq y el menorquín Mateo Orfila, que se convirtió en el padre de la toxicología moderna desde la Facultad de Medicina de París. Que sea un personaje tan poco conocido en España dice mucho del poco valor que damos a nuestros científicos más ilustres.
Sr. Ibáñez Ridao, ¿por qué escribió en 2020 el libro Todo lo oye, todo lo ve, todo lo sabe?
El libro nació de la perplejidad. A principios de los 2000 empecé a documentarme para mi primera novela, Nadie debería matar en otoño. Está situada en Barcelona al principio de la Guerra Civil y quería escapar de los tópicos anglosajones. Empecé a documentarme y no encontré casi nada. Una referencia en el libro Los detectives o investigadores privados, de Eugenio Vélez-Troya y poco más. Una referencia que, además, no me parecía correcta puesto que situaba al primer detective español en 1909. Me extrañaba que hubiesen aparecido tan tarde. Por suerte, nosotros contamos con un arma con la que no contaba Vélez-Troya: la digitalización de la prensa y de los archivos. La primera novela de Toni Ferrer, mi personaje, apareció en 2007, y la segunda, También mueren ángeles en primavera, en 2009. Después, decidí investigar por mi cuenta. Y estuve cinco años sumergido en hemerotecas y archivos varios para escribir Todo lo oye, todo lo ve, todo lo sabe. De todos modos, es sorprendente que no se hubiera publicado nada antes y que no se estudie la historia de la profesión en las facultades de investigación privada.
¿No piensa, asimismo, que la investigación privada, aunque haya sido objeto de estudio de diferentes autores en su vertiente jurídica y práctica sobre todo, carece de una fundamentación teórica para comprender debidamente su razón de ser?
Estoy de acuerdo. Es como si se considerara que la historia de la investigación se puede resumir con la historia de la policía oficial, y no es cierto. Policía oficial y detectives privados fueron dos respuestas distintas a un mismo problema de seguridad, una nacida del Estado y la otra, de la iniciativa privada. El fortalecimiento de los estados-nación y el mayor papel del Estado en todas las actividades primaron a la policía, pero no podemos obviar la historia y el desarrollo de la investigación privada, porque explica muchas cosas de la evolución social y económica de nuestras sociedades. El intento más interesante para subsanar esa laguna lo hizo un historiador y profesor francés, Dominique Kalifa en un libro cuya primera parte es genérica y sienta las bases para el análisis del inicio y primeros pasos de la profesión, Naissance de la police privée. Por desgracia, Kalifa murió en 2020 y nadie parece haber cogido el testigo.
Denos alguna primicia. ¿Tiene algún proyecto entre manos?
Sí. Quiero ampliar notablemente las entradas correspondientes a la historia de los detectives privados españoles en la Wikipedia, tanto en castellano como en catalán. Quiero incluir biografías y casos célebres, además de retocar algunas entradas ya existentes pero que contienen errores.
Sr. Ibáñez Ridao, le concedo la última palabra…
Me encantaría que Todo lo oye, todo lo ve, todo lo sabe fuera solo el principio de una bibliografía más amplia sobre la historia de la profesión. Que estudiantes y profesionales en activo siguieran investigando para ir completando la laguna. ¿Quién fue Carolina Bravo, la primera mujer que dirigió una agencia, en 1925, por ejemplo? En las profesiones, como en la vida, conocer los propios orígenes ayuda a saber mejor quién es uno mismo y por qué hace algunas de las cosas que hace.
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