Son muchos los autores y medios de comunicación que han afirmado —y algunos todavía lo siguen haciendo— que el primer detective de la historia fue Eugène-François Vidocq (1775-1857). ¿Pero realmente fue así? En este artículo se lo explicamos.
¿Cuándo aparecieron los primeros detectives?
Antes de proceder a responder a la pregunta planteada, y a modo de precaución, es menester tener presente las palabras del periodista José Luis Ibáñez, extraídas de su libro Todo lo oye, todo lo ve, todo lo sabe (2020): «si siempre es difícil averiguar quién fue el iniciador de cualquier actividad, la cosa se complica en el caso de los detectives privados, dada la naturaleza secreta, confidencial y reservada de su oficio» (p. 69).
Por otro lado, recordemos lo que el detective privado Eugenio Vélez-Troya afirma en su libro Los detectives o investigadores privados (1979): «la investigación es algo tan antiguo como el hombre mismo» (p. 163). El autor precisa que «puede afirmarse que nació con él, porque desde el preciso instante en que el hombre contempló cuanto le rodeaba, se preguntó de inmediato la razón de todas las cosas» (p. 163). Por ello concluye que «la investigación es un producto natural de la curiosidad, aunque al hombre primitivo le impulsó a la investigación algo más que la misma curiosidad: la razón, el cómo y por qué de las cosas» (p. 163).
Sean más o menos acertadas las reflexiones de Vélez-Troya, lo cierto es que no se tiene constancia de que los primeros investigadores privados aparecieran antes de las revoluciones norteamericana y francesa. De hecho, los diferentes autores concuerdan en que la profesión del detective privado surgió en Francia a principios del s. XIX. Ahora bien, hemos de matizar que no tal y como se creía hasta hace pocos años (Ibáñez, 2020, p. 70):
La digitalización de archivos oficiales, bibliotecas y hemerotecas, y la venta o cesión a instituciones públicas de colecciones de documentos privados del siglo XIX y principios del XX han permitido descubrir a personajes cuyas biografías han modificado la historia de la profesión.
¿Vidocq fue el primer detective de la historia?
Ibáñez nos explica que durante décadas se ha creído, erróneamente, que el hijo de un panadero de Arras (Francia) fue el primer detective de la historia. Nos referimos al novelesco Eugène-François Vidocq. Su Bureau de Renseignements, fundada a finales del año 1832, se consideraba la primera agencia de investigación privada. Pero los anuarios comerciales de París de 1832 demuestran que dicha consideración es equivocada. Ese mismo año diferentes agentes de negocios y agencias anunciaron servicios de investigación privada.
No suficiente con lo antedicho, Ibáñez afirma lo siguiente (Ibánez, 2020, p. 70):
Según una cronología elaborada por Dominique Kalifa, en 1807, Claude Villiaume, director de una agencia matrimonial parisina, se ofreció a ayudar a «personas que deseen obtener cualquier tipo de información». En 1824, un tal Jean-Baptiste Robin proporcionaba «informaciones e investigaciones para mejorar la celeridad y la seguridad de las gestiones de cualquier tipo de negocio». Al año siguiente, el antiguo jefe de la Policía de París, Guy Delavau, fundó una agencia con servicios de policía privada.
Meses antes de que Vidocq abriera sus oficinas, el aristócrata Chevalier de Beaufort fundó una empresa de vigilancia en cuyo catálogo de servicios destacaban «todo tipo de pesquisas, informaciones e investigaciones de asuntos comerciales, familiares y personales, y la investigación sobre personas ausentes o cuyo paradero se ignora»; más adelante lo resumió en «todo tipo de investigaciones, vigilancias, informaciones y pesquisas».
En conclusión, resulta sumamente difícil —por no decir imposible— saber quién fue el primer detective privado de la historia, especialmente si tenemos en cuenta que la figura del investigador privado no ha sido uniforme a lo largo de los años. Sin embargo, con la información de la que disponemos hoy, al menos sí podemos afirmar que Eugène-François Vidocq no lo fue.
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